jueves, 4 de agosto de 2011



San Juan María Vianney. Sacerdote párroco de Ars, de la Tercera Orden Franciscana (1786‑1859). Canonizado por Pío XI el 31 de mayo de 1925.




Juan María Vianney nació el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lión, hijo de Mateo y María Béluze. Su infancia estuvo marcada por los acontecimientos trágicos de la revolución francesa. En 1799 recibió clandestinamente la Primera Comunión en una casa privada. Recibió de su propia madre la instrucción religiosa. Por su deseo ardiente de ser sacerdote, sostuvo una dura lucha para tener éxito en los estudios. El amor a veces puede más que el ingenio. Y era enorme su amor por las almas.
El 13 de agosto de 1815, después de enormes dificultades que parecían insuperables a causa de los obstáculos que había encontrado en los estudios, fue ordenado sacerdote. Al comenzar el 1800 inesperadamente brilló una nueva luz en toda Francia, apenas pasado el huracán napoleónico que había dejado por todas partes ruinas materiales y espirituales. En 1818 Juan María tenía 32 años y los superiores, por la escasez de sacerdotes, le confiaron la parroquia de Ars, un rincón donde ningún sacerdote había logrado hacerse querer. El llegó como buen hijo de San Francisco, humildemente, a pie como un pobre entre los pobres y pronto logró conquistar aquellas almas. El espíritu franciscano que había asimilado al entrar en la Tercera Orden de la penitencia lo sostuvo y lo guió en el ministerio pastoral.
Su confesionario, donde, sosteniendo a veces luchas cuerpo a cuerpo con Satanás, permanecía hasta 18 horas diarias, se convirtió en una especie de altar de misericordia, a donde comenzaron a acudir de todas partes de Francia y de Europa los pecadores para rehacer su vida.
El Santo Cura de Ars nunca salió al atrio para llamar a la gente, nunca corrió por las calles para sacudir la indiferencia de los parroquianos, nunca les hizo un reproche. De rodillas ante el tabernáculo y ante la imagen de la Virgen permanecía largo tiempo en oración, comiendo apenas lo necesario para vivir, durmiendo unas pocas horas en la noche. Aunque distraídos y despreocupados, los parroquianos comenzaron a acudir, y viendo al Párroco arrodillado, se arrodillaban también con él, y oraban con él. Antes de dos años Ars se convirtió en meta de peregrinaciones de todas partes de Francia y de Europa. El sacerdote tardo, que en un primer momento no había tenido facultades para confesar, se convirtió en el confesor de los más obstinados pecadores, que en Ars encontraron la luz de la fe.
Los peregrinos acudían antes del amanecer a aquella iglesia que treinta años antes se había encontrado vacía: “Dime dónde está Ars y yo te indicaré el camino del cielo”, le había dicho San Juan María a un pastorcito antes de llegar a su parroquia. El camino del cielo se lo había señalado él a millares de almas, y también se lo indicó a aquel pastorcito, que pocos días después de la muerte de su Párroco lo alcanzó en el cielo. El Santo murió el 4 de agosto de 1859 a los 73 años.

EL CURA DE ARS EN EL CONFESIONARIO

"Lloro porque vosotros no lloráis", decía. "
Si el Señor no fuese tan bueno... pero lo es. Hay que ser un bárbaro para comportarse de esta manera ante un Padre tan bueno".
Provocaba el arrepentimiento en el corazón de los tibios, obligándoles a ver con sus propios ojos el sufrimiento de Dios por los pecados como "encarnado" en el rostro del sacerdote que los confesaba.
Si alguno manifestaba deseos y actitudes de una vida espiritual más profunda, le mostraba abiertamente las profundidades del amor, explicándole la inefable belleza de vivir unidos a Dios y estar en su presencia: "Todo bajo los ojos de Dios, todo con Dios, todo para agradar a Dios... Qué maravilla!".
Y les enseñaba a orar: "Dios mío, concédeme la gracia de amarte tanto cuanto yo sea capaz".



Juan Maria de Vianney, Cura de Ars
Sacerdote diocesano, miembro de la tercera orden franciscana.



Su celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el confesionario transformarón el pueblecillo de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones de multitdes que buscaban el confesionario del santo cura.


Es patrono de los sacerdotes.


"PARA CONFESAR, CONFESARSE;

PARA PREDICAR, ORAR.....

EL SACERDOTE NO DESCONOCE LA TENTACIÓN,

PERO DEBE MOSTRAR CÓMO VENCERLA."

"EL SACERDOTE ES EL AMOR DEL CORAZON DE JESUS"

"SI EL SACEREDOTE SUPIERA LO QUE ES MORIRIA DE AMOR"

martes, 2 de agosto de 2011



PADRES DE NUESTRA FRATERNIDAD: VICTOR FLORES (EN ROMA), ALEXI TOVAR (PARROCO DE CAMPO CARABOBO), WILILARDO ALVAREZ (PAROCO DE PARAPARAL), MIGUEL ROMERO (PARROCO DE ANTONIO JOSE DE SUCRE) Y ROBERTO SIPOLS (PARROCO DEL TRIGAL)


HOY ES EL 2 DE AGOSTO, ANIVERSARIO DE NUESTRA PROFESION DE VIDA EVANGELICA



Numerosos sacerdotes diocesanos, han sido llamados por Dios a recorrer el camino de la perfección evangélica, imitando el ejemplo y la forma de vida de San Francisco de Asís, participando de su carisma y haciéndolo presente en el mundo.
Se comprometen a seguir a Jesucristo y a vivir el Evangelio en Fraternidad, ingresando en la Orden Franciscana Seglar.
Expresan así su gran estima por el don del bautismo y orden sacerdotal, que en ellos se revela cada vez más pleno y fructífero.

Ejemplos son San Juan Ma Vianney, San Juan Bosco, San Jose Cafasso, Beato Juan XXIII, Mons Salvador Montes de Oca

Esta fue la f+ormula de nuestra profesiòn:


Yo, N.N., habiendo recibido esta gracia de Dios,
renuevo las promesas del bautismo y de mi ordenación sacerdotal y me consagro al servicio de su Reino.
Por tanto, prometo vivir el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo en la Orden Franciscana Seglar,
observando la Regla en mi estado de sacerdote diocesano de Valencia
por todo el tiempo de mi vida
La gracia del Espíritu Santo,
la intercesión de la Bienaventurada Virgen María
y de San Francisco
y la comunión fraterna
me asistan siempre para conseguir la perfección de la caridad cristiana.